Podría decirse que volver a escribir un post es como andar en bicicleta; te montas y ya estás en ello. Pero la triste verdad es que las nuevas “bicicletas” son muy modernas para mí.
En seis años pasan muchas cosas y la tecnología vuela. Se ha visto el ir y venir de las blockchains, la realidad virtual, la realidad aumentada, la inteligencia artificial y un sin número más de tecnologías “emergentes”. Todas han tenido su hype y han marcado hitos en tendencias.
La resilencia humana ante el COVID, guerras, protestas, alienígenas, y la cantidad de información generada por todos estos sucesos es ya casi imposible de digerir. La información se clasifica, se agrupa, se transforma y se vuelve a enviar en forma de compendio a través de todos esos agentes conversacionales o de búsqueda basados en la ya mencionada IA.
Viniendo desde un fondo en su mayoríaL tecnológico, el ver toda esta revolución basada en datos, me hace pensar en la obsolescencia de todo: este conocimiento que ahora sé, ¿cuánto me va a durar?, ¿perdurará en mi mente esto nuevo que estoy aprendiendo?, ¿se irá (como muchas otras cosas en este corto tiempo) como parte de una tendencia que ya no lo seguirá siendo?, ¿cuál es el nuevo santo grial?
Y la verdad, es que no hay respuestas a estas preguntas, quizás la mas acertada es, la información que más me ayude y empatice con mi forma de ser es la que consideraré como buena.
¿Por qué empezar (de nuevo) a escribir un blog a estas alturas donde ya de por sí hay una sobresaturación de información? Y la respuesta es, para hacer catarsis, información entra en nuestros cerebros, la procesamos y tenemos que devolverla de alguna manera, ley de la consrvación de la materia y energía.
Tenemos que liberar para dejar entrar conocimiento nuevo, experiencias nuevas y, ¿por qué no? vaciar la copa y llenarla con nuevos puntos de vista.
Empiezo de nuevo este blog, para enseñar y para aprender, para conectar, para cambiar el chip, y no simplemente ser un ente más saturado de información.